lunes, 18 de octubre de 2010

El azafrán quiere orientar su futuro hacia la producción ecológica

El producto se lanza a la busca de un mercado dispuesto a pagar la calidad


El futuro del azafrán del Jiloca pasa, en los límites de su pequeña producción actual, por su asignación a la agricultura ecológica y el mantenimiento de los procesos tradicionales de secado y conservación, tal y como se ha venido haciendo durante toda la vida en las casas de los agricultores. El reto está en conseguir un producto que sea capaz de diferenciarse por sus cualidades frente al resto de los azafranes del mercado en cuya elaboración se han utilizado métodos industriales. En definitiva, vender la calidad que otros no poseen. La calidad que desde siempre ha constituido el principal valor del azafrán del Jiloca.

Un grupo de participantes en las jornadas, ayer, en la recogida de rosa.
La tarea no es fácil, y en ella están comprometidos algunos productores y emprendedores turolenses, en un intento por recuperar parte de la importancia de un cultivo que en su época constituyó una de las principales fuentes de ingresos para las familias de numerosos pueblos de la provincia, especialmente las zonas de Monreal del Campo, Muniesa, Campo de Bello y Campo de Visiedo.
De momento, dos pequeñas empresas de la comarca del Jiloca - La Carrasca, en Blancas, y Azafranes Jiloca, en Monreal del Campo- están tratando de avanzar en este terreno, al tiempo que experimentan con formas innovadoras que van desde el Licor de Azafrán hasta el chocolate y el queso perfumados con esta apreciada especia de trabajoso cultivo y no menos laborioso manejo. En este mismo reto están implicadas instituciones como la Diputación de Teruel o el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA). Con un mercado invadido por las importaciones, el futuro no es fácil, pero hay gente dispuesta a pelearlo.





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